Caminando sin rumbo alguno.

Hacía algo de frío por las calles esa mañana cuando caminaba sin rumbo alguno, una bufanda decoraba mi cuello y el viento acariciaba mis mejillas mientras dejaba que los pensamientos me envolvieran. En el suelo había una roca la cual noté frente a mí y, por ello, me detuve a verla.

Era tan diminuta e insignificante, no dudé en patearla con fuerza lejos de mí. Miré a mi alrededor y me hundí en hombros mientras mi nariz se congelaba. ¿Dónde estaban todos los demás? Había pensado que iban a reunirse en algún punto de la ciudad pero... ¿cuál era el nombre? No lo recordaba, había estado tan distraido con la banana que se había comprado que no prestó tanta atención.

-Mierda...- pensó sacando su móvil del bolsillo, enchecó sus labios. -Y ni una sóla llamada para preguntar dónde estoy.

Escuché aquella voz tan familiar y, sin dudarlo, miré por encima de mi hombro. Allí estaba Rin, corriéndo hacia mí con esa sonrisa tan animosa en sus labios. No pude evitar sonreír al notarla y por ello me giré por completo para quedar de frente a ella.

Guardé mi móvil y me cruzé de brazos. -Anda, al fin me encuentro a alguien familiar.- dije tranquilo, más al analizar el rostro de mi gemela, ladeé la cabeza en duda. -¿Te acabas de levantar?

Sonreí por las palabras de mi hermana y me le acerque enseguida. Quedé a varios centímetros de ella y me tomé la libertad de jalarle las mejillas.

-Vamos, no seas rencorosa.- Le dije al soltarle las mejillas y notar que se las había dejado ligéramente rosas. Esperaba secretamente que no le hubiese dolido, aunque siempre había jugado con ella de ésta manera. Le despeiné ligeramente sus flequillos rubios y reí un poco. -Sabes que no te queda molestarte con tu gemelo favorito.

-¿Así que es por ello que nadie me marca al móvil?- Le pregunté enarcando una ceja en duda. Vaya, y yo que pensaba que iba tarde a aquella reunión. Suspiré tranquilo, qué bueno era saber que no se habían olvidado de mí. -Um... ¿quieres ir por algún helado?

Fue lo que le propuse con una pequeña pero honesta sonrisa en mi rostro, ejerciendo ligera presión en nuestras manos que no tenían planeado soltarse pronto.

-Aunque hace frío, siento antojo por un helado de banana. ¿Extraño, no?

Notaba a mi hermana ligeramente nerviosa y aquello era algo que me hacía dudar un poco tras meditar en silencio. ¿Por qué Rin se ruborizaba de esa manera? Yo... llevaba tiempo interesado en mi hermana, sintiéndo una extraña afección hacia ella... una que iba más allá de nuestra hermandad pero... no lograba pensar en como controlaba.

A veces prefería pretender que todo seguía igual, que tras las bromas seguíamos siendo sólo gemelos pero... sin duda apreciaba estar a solas con ella.
-¿De qué sabor será tu helado?

La sentí recargarse sobre mi hombro y aquello me hizo tomarme el atrevimiento de mirarla relajar su rostro. Ella lucía tan calmada, tan tranquila aunque, sin duda, su nariz si estaba roja. ¿Tendría frío...?

-Rin...- comencé sin detener la caminata. -¿Esta bien comer helado? Podemos pasar por un chocolate caliente o algo más para que dejes te temblar.

En realidad era yo quien temblaba, mis manos estaban heladas y mis prendas era ligeras a comparación de las suyas.

Me tomó por sorpresa aquel abrazo, no pude evitar tragar con dificultad y mirar hacia abajo. Mis ojos azules se toparon con su cabeza y, por ello, alze mi mirada al cielo. No dudé en rodearla con mis brazos mientras sentía su corazón palpitar con fuerza contra mi pecho.

-¿El inteligente...?- Le pregunté mientras mi mano subía y bajaba por su espalda. -Por Dios, se lo dices a quien se distrae con bananas.

La pared tibia contra mi espalda me hizo relajarme un poco y bajar nuevamente mi mirada hacia Rin. Mi mano bajó a su barbilla y, de esa manera, la incité a verme a los ojos.

Me sorprendí al ver como Rin se acercaba a mi rostro... o ¿a mis labios?

¿Acaso Rin quería un beso de mis labios? Mi corazón palpitó con fuerza por aquel pensamiento que, sin duda, había sido inesperado aquella fría mañana. Miré sus labios en silencio y repasé el rosado con el cual estaban pintados.

Eran tan lindos y... parecían suaves, tan suaves que la tentación me hizo bajar un poco mi cabeza. Nuestros labios se rosaron y pude sentir su nerviosa respiración contra la mía.

Cerré los ojos y selle sus labios por mero impulso.

Mis manos temblaron ligeramente ante el pensamiento de que, lo que hacíamos, era prohibido. Pero aún así logre superar aquel temor y profundice el beso justo cuando ella mostró su anhelo de seguir unidos por nuestros labios.

Jamás había besado a alguien antes, era un tremendo inexperto y por ello me ruborizé con fuerza. ¿Lo notaría...? Aquel beso, si es que podía llamarse beso, era en sí un beso de un primerizo...

Pero cada segundo, cada movimiento de mi hermana, me sorprendía sin duda alguna. Me sentía como un novato a su lado y sus labios me callaban para no decir nada... sólo disfrutar.

Mi mano lentamente bajó por su espalda y se detuvo en su falda. ¿Estaba bien hacer todo ésto...?

Mi respiración comenzó a faltar y mi inexperiencia me dictó detenerme. Mis manos se colocaron sobre sus hombros y la separé de mí, siendo cuidadoso de no lastimarla.

-Rin...- susurré sorprendido, sin atreverme a mirarle tras terminar cabizbajo.

-¡O-oye! ¡Rin!- Intenté detenerla pero había sido demasiado tarde, ella ya no podía escucharme puesto que sus piernas la estaban llevando lejos.

La había hecho llorar, aquello sin duda me había dejado un mal sabor de boca y una culpa enorme en mi pecho. Cerré mis ojos y me llevé una mano a mi frente para negar en silencio.

-Mierda, ¿qué hice...?- pensé y enseguida me eché a correr detrás de ella aunque la confusión me persiguiera.

La alcance y no dudé en rodearla con mis brazos como si temiese que volviese a huir de mí. No dije nada los primeros minutos, sólo quería sostenerla cerca de mí sin que nada la separara de mi lado nuevamente.

Fue allí cuando me ruborizé y volteé a verle directo a sus ojos azules. Tragué con dificultad y suavisé un poco el abrazo entre ambos.

-Lo siento...- solté al fin y con algo de pesadez.

-¿Eso... es lo que tu deseas?- Le pregunté suavisando la mirada y acariciándole la mejilla. -¿Es lo que tu quieres que suceda?

Mi corazón latía con prisa ante aquella idea. ¿Rin quería fingir que no había sucedido tal beso?

Aquel beso...que secretamente aún saboreaba y ansiaba repetir.

'Pero no sería justo para Rin...', pensé intranquilo. 'Somos gemelos...'