¡Salida al Zoo! [ M i k u o ♥ ]

Ese día hacía calor, en verdad el sol brillaba con una intensidad que en las horas de la tarde se volvía de lo más molesto, especialmente cuando se trataba de caminar en la calle.
Por suerte, había estado casi todo el día trabajando en un nuevo sencillo, y el estudio de grabación contaba con un gran sistema de aire acondicionado. Era realmente un placer trabajar allí.
Me había tomado gran parte de la mañana, incluso hasta luego del mediodía no pude salir de allí, luego del almuerzo con Gakupo, quien también tenía otros asuntos qué atender.
Finalmente cuando pude salir de allí sin tareas pendientes para el nuevo record, pensé en pasar por los departamentos para bañarme, el calor era tan agobiante a la hora del medio día cuando el sol brillaba en su máxima expresión, pero también fui consciente de que el tiempo no era algo que me sobrara.
Me tomé el metro que en pocos minutos me dejó a poca distancia de las habitaciones, y apenas llegué a ellos, corrí por las escaleras hasta finalmente entrar en mi habitación, dónde el cambio de ropa tras un atolondrado baño fue casi imperceptible debido a que acostumbramos a usar una y otra vez la misma ropa, teniendo más de una prenda exactamente igual.

Cuando llegué a la puerta principal del zoológico, la cual daba a una avenida, busqué entre la multitud el rostro de mi hermano, su color de cabello, idéntico al mio, mejor dicho, el mio idéntico al suyo, no lograba encontrar.
Mi pecho bajaba y subía con fuerza en un jadeo constante a causa del apuro con el que había llegado hasta allí.
-¿Dónde estará? - Me quejé para mí misma. -¿Será tan tarde que se fué?- Protesté nuevamente molesta conmigo misma, mientras que me acercaba a las rejas del portón de entrada, dónde continuaba mi búsqueda visual por Mikuo...

"Mou ikiba ga nai wa
Kono koi no netsury-" CLICK.

-Aaagh...

Tras el sonido de un celular, un gemido retumbó en la habitación, y un cuerpo, tapado hasta la cintura y con el torso descubierto, se removió enredando las sábanas, brillantes e iluminadas por los ardientes rayos de sol que colaban entre los vidrios de las puertas abiertas del balcón, proporcionando calidez al susodicho cuerpo que se encontraba vagueando sobre el lecho.
Silencio.

-¡DEMONIOS! ¡Me he pasado la noche en la canción!

De un grito histérico me levanté de la cama, mientras la ropa de la cama caía al suelo junto con un par de bolígrafos de distintos colores y otro de hojas de papel, llenos de notas musicales.

En la parte superior de uno de ellos se podía leer:



Agarré pronto un conjunto informal pero moderno del armario, una camisa que con las prisas me la dejé a medio abrochar dejando bien a la vista las tres cadenas que llevaba al cuello, y unos vaqueros. Agarré mis cosas y salí corriendo de casa, metiéndomelas en los bolsillos por el camino, dirección al zoo, lugar donde se suponía que esperaba mi hermana hace un rato.

Una vez llegué allá, paseé la vista rápidamente, pero no la veía. Quizás me estaba buscando. Así que pensé en compensarla con algo. Corrí rápido hasta llegar a un puesto y compré dos helados de chocolate. Pagué y ni siquiera esperé cambio cuando volví a buscarla. Regresé al portón de la entrada, y de pronto la vi. Destacaba entre la gente debido al color y longitud de su pelo. Sonreí en un suspiro un poco decepcionado, parecía un poco molesta.
Me acerqué por su espalda para, sin que me viese, pronunciar en su oído un...

-Boo ~

Una tenue y aterciopelada voz con un tono misterioso me habló desde la espalda, y acto reflejo a esto dí un sobre salto asustado, por un momento me encontré en shock.
Un agudo y penetrante grito asustadizo salió de mí incluso cuando mi intención no era armar un gran revuelo. La mirada curiosa de la multitud me ponía nerviosa cuando no se trataba de un concierto. Sabía que se veían escandalizados por mi acto.
En primer momento, solo lo ignoré, fue algo que noté tiempo después.
Me giré unos segundos después del grito, cuando ya habría tapado mis labios con ambas manos, e intentando ocultar mi rostro ruborizado de forma altanera por el escándalo, pero todo cambió en un segundo. Todo desapareció para mí cuando lo vi.
Mis ojos divisaron su inconfundible cabello, e incluso su forma de vestir resultaba familiar para mí. Una amplia y ansiosa sonrisa se dibujó alegremente en mi rostro al verle, ¡Qué susto me había llevado!.
Me abalancé sobre él, atrapándolo en un abrazo incontenible que sin notar que él llevaba algo en las manos, tal ves podría haberle hecho perder el equilibrio sobre estos.
-¡Hermano! Pensé que te habías ido...¡No sabes cuánto me alegra verte!- Lo abracé con inmersa felicidad, llenando uno de sus pómulos de pequeños y alegres besos.

Acto seguido, ella pegó un pequeño bote, acompañado de un grito que hizo que la gente de alrededor nos mirase. Apreté un poco los ojos pero no varié mi posición, un poco inclinado para poder llegar al oído de ella.
Abrí los ojos despacio para ver cómo comenzaba a girarse con el rostro parcialmente tapado, pero en cuanto me reconoció sonrió abiertamente y me abrazó, haciendo que mi tiempo se parase y el de la gente continuara, porque continuaron con su camino al ver que no había pasado nada.
Su voz acarició mis oídos en un río de palabras que me hacía estremecer, oh, cómo me gustaba su voz, esa voz aguda, aunque preciosa, que encandilaba a todos cuando se transformaba en melodía, especialmente a mí. Y sus rápidos e inocentes besos, cada uno se me hacía eterno y a la vez fugaz, llenándome de júbilo, aunque no más que su simple presencia.
Correspondí su abrazo con ganas, apretándola no con demasiada fuerza sobre mí, aunque con una mano en alto para no dejar caer los helados, que ya antes estuvieron a punto debido a la pequeña pérdida del equilibrio que me provocó mi hermana, y devolví todos sus besos en uno en su mejilla, fraternal, dulce y tiernamente.

-¿Yo? ¿Irme y dejar a mi querida neechan sola? Ni pensarlo.- Dije riendo levemente, todavía sin soltar el abrazo. -Yo también me alegro mucho de verte, aunque me retrasé un poco... Estuve media noche... trabajando. Pero traje unos helados.- Sonreí alegre de lado, mostrando mis dientes, y acerqué la mano con los helados a ella para que pudiese divisarlos, mientras que la otra se mantenía alrededor de la cintura de la peliazul.

Me abrazó con solo un brazo, suficiente para rodear mi cuerpo, significantemente pequeño a comparación del suyo. Entonces noté al divisar con la mirada la presencia de dos perfectos helados en su otra mano, la cual mantenía en alto. Pensé que había sido realmente descuidada al saltar sobre él, y es que no quería perder oportunidad alguna de proximidad a mi hermano, especialmente luego de tanto tiempo sin saber de él, el rencuentro con este significaba mucho más de lo que algunos pudiesen imaginar. Por lo tanto, el solo pensar en que se había marchado por mi retraso o lo que fuera, lograba angustiarme un poco.
Sin embargo su aparición tardía con llevaba otros motivos.
-¿Cómo que trabajaste toda la noche? ¿No te estarás esforzando demasiado?- Pregunté en tono preocupado. --¡Wow! ¡Helados! ¡Que considerado eres, onii-chan!- Comenté agradecida, abrazándolo con algo más de fuerza, después de todo, quería eliminar el espacio físico entre nosotros, incluso si él no podía abrazarme completamente, mis brazos si lo rodearon a él.
-Eres el mejor, hermano, muchisimas gracias.- Susurré en un volúmen más bajo y en tono algo meloso. Escondí mi rostro en su pecho, ignorando el resto del mundo. En ese momento, solo importabamos nosotros, ¿Qué importaba si alguien nos veía? A pesar de no haber convivido con él toda mi vida, quería que todos supieran cuánto quería a mi hermano.

Oh... Cómo me hubiese gustado que ese momento no hubiese sido un momento, sino una eternidad, una eternidad para disfrutarla con mi hermana. Pero no podía ser así, simplemente besé su cabeza como solía hacer, dejando que me apretara con su abrazo mientras rozaba mi mano una y otra vez en su espalda cariñosamente.

-Nah, no te preocupes, sólo estuve media noche trabajando... Y no tienes que darme las gracias mi vida, sabes que yo estoy aquí para mantener esa sonrisa tan linda.- Dije sonriéndole gentil.

Tras eso, separé mi pecho de su cabeza y acerqué su helado; teníamos que aprovechar ese día al máximo.

Realmente me era difícil estar con ella tan así, la amaba tanto que no quería más que besarla y decirle "te amo" una y otra vez, pero simplemente no podía. Me moría por estar horas acariciando su pelo, besando su piel, o incluso simplemente mirándola.


Pero no podía, éramos hermanos, y encima ella era menor. Así que simplemente debería aguantarme de nuevo y comportarme como el hermano que era.

-¿Comenzamos con la visita?- Cuestioné con una agradable sonrisa.

Su brazo disponible no me soltaba, y `por un momento anhelé que nunca lo hiciera. Era tan profundo el deseo de quedarme abrazada a su cuerpo para siempre, que la mayoría del tiempo me limitaba a esconderlo en mi pecho e intentan aparentar tranquilidad al respecto.

Mantuve mi cara escondida en su pecho unos segundos más, fallando en el intento de ahogar un suspiro melancólico por los ocultos sentimientos por mi hermano. Aquél que había perdido tantos años, pero que ahora lo reencontraba, y quería recuperar ese tiempo que no había tenido con él. Pero, que para mi sorpresa, me encontraba nerviosa y ansiosa cada vez que lo veía, y nunca terminaba de entender porqué.
Me aseguró que estaba bien, incluso aseguró mi bien estar, él quería verme sonreír, y el solo escucharlo me provocaba sonreír como estúpida.

Levanté la mirada en cuanto su pecho se separó unos centímetros de mí para entregarme uno de los helados.
Lo tomé con ambas manos, dedicándole la sonrisa implacable que su presencia hacía en mí manteniéndole la mirada de forma cariñosa.
-Aún así, eres muy considerado.- Le aseguré. Entonces miré la puerta del zoológico y la cantidad de gente adentrándose en él.
-Claro, vamos, Onii-chan.- Le pasé la lengua al helado, tomando de él las partes más derretidas y que ya estaban por derramarse. Con una mano, busqué uno de sus brazos, tomándolo de ahí como si fuera una niña pequeña y necesitara un guía.

Tal ves la gente podría mal interpretar la situación. ¿Y si nos veían como una pareja en vez de como hermanos? ¿Tan terrible es ir tomados del brazo?
Una leve punzada en mi pecho cruzó molestándome aunque lo disimule en el acto de tomar mi helado silenciosamente, dejándo que mi hermano me guiara hacía el recorrido y deseando que a nadie le importara qué eramos nosotros dos. Porque hermanos o no, lo que yo siento por él incrementaba con cada segundo...

Abrí los dedos que mantenían sujeto su helado para que lo cogiese, y sonreí sonrojándome levemente al escuchar su halago. Iba a replicarle de nuevo, pero sabía lo testaruda que era, así que simplemente mantuve la sonrisa.
Al mismo tiempo que ella, miré hacia el zoológico, comenzando a comer mi helado un tanto despistado, y regresé la mirada a mi hermana, observando cómo se agarraba a mi brazo. Una agradable sensación recorrió todo mi cuerpo, lo que me hizo ampliar aún más mi sonrisa hacia ella, brindándosela. Aunque de pronto se vio demasiado silenciosa, comiendo su helado, al hacer aquello. Lo ignoré, aunque me preocupaba, quizás le daba vergüenza.
Sin embargo, comencé a anda adentrándome en el zoológico guiándola, con la mano del brazo que ella sujetaba infantil y adorablemente en mi bolsillo, y la otra sujetando el helado, el cuál lamía con ganas.

Llegamos hasta un pequeño punto de información, con un mapa grande y otros pequeños para llevar, que incluía folletos, información, entre otros. agarré uno de ellos y le señalé con un dedo, sin soltar el helado, el mapa grande a mi hermana.

-Mira, Miku. ¿Qué te gustaría ver primero?- Cuestioné con una sonrisa mirando a la pequeña, el mapa tenía dibujos de los animales.

Intenté disimular cualquier gesto mientras lamía mi helado. Incluso intenté que no se percatara si mi corazón latía rápido o mis mejillas se sonrojaban, el calor que mi hermano me hacía sentir debía ser secreto, o eso creí.
Le abracé un poco más fuerte, él ya no respondió a mis comentarios, solo me sonrió y de igual forma le respondí, dibujando una fina y alegre sonrisa, idéntica a la suya, en más de un sentido.

Caminamos varios metros hasta el puesto dónde proporcionaban información del lugar y las atracciones en este, Mikuo tomó un folleto y continuamos caminando un tramo más en silencio, más que anda ocupados en su respectivo helado.
Escuché su suave voz preguntándome por qué querría ver, entonces, moví la cabeza a un lado en un gesto pensativo.
-Umm...Hermano, ¿Cuál es tu animal favorito?- Pregunté con una sonrisa. -Porque quiero ver ese.- Volví a fijarle la mirada mientras me abrazaba un poco más fuerte a él. No quería que sospechara, pero simplemente el estar junto a él me hacía sentir bien, adoraba tenerle cerca, lo quería con fervor sin duda alguna, pero no estaba segura de que tan correcto sería.