En casa, El ambiente Calido [Cont. Heladeria] [+18!!]

Mis brazos la rodearon de la cintura y la atraje hacia mí mientras la besaba con tanta intesidad, quería probar más de aquella boca cuyo sabor me había hipnotizado.

Los labios de Rin sabían a prohibido y aquello lentamente me excitaba, mi corazón se aceleraba y mis pensamientos se cruzaban.

¿Realmente debíamos...? Ella me lo permitía pero.. ¿si se llegaba a arrepentir?

La empujé gentilmente contra la pared y le bese de manera fogoso tras bajar mis manos hasta el final de su blusa.

Pude anticipar sus intenciones y, de aquella manera, Rin logró quitarme la vergueza para tomarme el atrevimiento de meter mi mano debajo de su falta. Se me escapó un suspiro de sorpresa por sus besos en mi cuello y aquello me alentó a tomar palparle su trasero sobre su ropa interior al igual que mi otra mano se posicionó sobre su pecho.

-Rin...

Yo me puse ligeramente nervioso ante dicha confesión mas logré ocultarlo al robarle un beso y asentir. La cargué en brazos y me sorprendí por lo delgada que ella era.

-¿Dónde... deseas?- Le preguté, teníamos la casa para nosotros dos solos, quería hacerla mía en un lugar especial en donde ella se sintiése cómoda.

Pude escuchar como las cortinas de la habitación bailaron con un soplido del viento, al igual que mis cabellos rubios.

-Me gusta tu cuerpo así como es...- le susurré siendo honesto, atreviéndome a llevar mis manos a su pecho para así comenzar a plaparlo con cuidado, con temor a lastimarla o a dar un movimiento en falso.

Tuve que entreabrir mis labios para poder respirar bien, mi corazón estaba verdaderamente impaciente. La empujé para recostarla en la cama y me coloqué en cuatro sobre ella.

Mis labios bajaron a su cuello y comenzé a llenarlo de besos...

Sin saberlo, ya la tenía sin ropa bajo mi cuerpo semidesnudo y me sonrojé, ella... era realmente linda ante mis ojos y causaba que mi corazón se acelerara.
Acaricié sus mejillas y, al besarla, mis manos bajaron a su pecho para así deleitarme con él.

Ella lucía tan tierna, mi mano desendió a su entrepierna y fue allí cuando me atreví a tocarla con delicadeza.

Un gemido ronco se escapó de mis labios al sentir lo que sus manos hacían sobre mi miembro, tuve que cerrar los ojos por un par de segundos hasta que logré calmar mis pensamientos. Inconcientemente acerqué mi entrepierna un poco más a la mano de Rin, mi dedo pulgar comenzó a acariciar su clitoris.

Aunque era mi primera vez, ya había tenido tiempo de morbo para leer artículos de éste estilo por internet y por ello sabía cómo podía brindarle placer.

Vaya que Rin sabía como volverme loco y sacarme gemidos que jamás creí escuchar de mi boca salir, de hecho, me avergonzaba de ser tan novato y no poder aguantar aquellas caricias.

Cerré mis ojos y una extraña idea vino a mi mente, los volví a abrir y fije mis ojos en su entrepierna. Paré mis acciones, me subí y giré de tal manera en que mi rostro quedó frente su vagina y, con un rubor, bajé mi rostro para así atrever a lamerle por primera vez.

Me tensé sobre ella lleno de placer, gemí y mi lengua se atrevió a penetrar dentro de su entrepierna. Yo ya estaba comenzando a tener dificultades para respirar y mi respiración chocaba contra la entrepierna de Rin. Cerré los ojos y mi excitación era evidente, mi miembro estaba ya totalmente duro por los tratos de Rin y fue por ello que mi mano subío a su pecho. Apresé su seno pequeño con mi mano y gemí al, con mi lengua, toqué el punto que seguro a Rin volvía loca

-A-ah...- gemí.

Era como si con cada lamida me sentenciara a perder más y más la respiración. Cerré mis ojos con fuerza y, al presentir que faltaba poco para llegar a la cima, detuve mis lamidas para así sacar mi miembro de su boca aúnque realmente no lo quisiera.

Me giré, quedé en cuatro sobre ella con nuestros rostros frente a frente. La tomé de las mejillas y, tras acercar peligrosamente mis labios a los suyos, hablé.

-Quiero... hacerte mía...

Mis manos se deslizaron por el pecho de Rin lentamente terminaron sobre sus piernas, tomé mi miembro y, con algo de torpeza, lo acerqué a su entrada. De manera cuidadosa me fui metiendo en su interior temiendo lastimarla.

Gemí en el beso que me llenaba de pasión, deseé de verdad que no le doliése puesto que sabía que en las chicas aquello podía llegar a ser doloroso... No me perdonaría que la primera vez de mi hermana no fuese de su total agrado.

Gemí y la besé con cariño, cerré los ojos y comenzé con un lento vaivén dentro de su virgen cuerpo. Sentí un cosquilleo en mi vientre y le acaricié sus mejillas al gemir su nombre y ahogarme en su escencia.

-R-Rin...- susurré intentando penetrarla hasta lo más profundo. -A-ah...

Ella se sentía tan perfecta por dentro, tan cálida, pequeña por virgen y perfecta. Sí, ya éramos uno y aquello me fasinaba. Se sentía tan correcto... perfecto... y para nada como el taboo que era en el mundo... Me sentía completo.

-Y-yo también, Rin.- Susurré entre gemidos, cerrando mis ojos con fuerza y llevando el vaivén de nuestros cuerpos a otro nivel, ambos cubiertos ya de nuestro sudor, ambos sintiéndo que no podíamos más, y... siendo uno solo. -¡Te amo, te amo..!

Besé de nuevo sus labios, tomé sus piernas y las coloque sobre mis hombros para así lograr penetrarla con mayor facilidad, estaba a punto de llegar a la cima. La sostuve con más fuerza contra mi cuerpo y mis cejas rubias se encorvaron hacia arriba en placer.
-¡A-aah, Rin!