Dulce Día [Cont. Tienda, Mikuo ]

Comencé a seguirla en cuanto salimos de aquel lugar, con una mano en el bolsillo y la otra en la espalda sujetando la bolsa a modo de Santa Claus. La miré de reojo y la observé comiendo la paleta, saqué una mano de mi bolsillo y cogí un caramelo, hábil, con una sola mano, quité su envoltorio y me lo llevé a la boca, con la suerte de pasar al lado de una papelera para arrojar su papel.
Luego la chica me habló.

-Tengo... 17 años. Y tú también eres genial, kawaii.- Mentí, no creo que pasase nada por no decir mi edad real, 18, no quería asustarla o algo. Luego le sonreí y acerqué la mano libre para quitarle las bolsas, y le guiñé un ojo. -Deja que yo las lleve lo que queda de camino.

Tras unos minutos más de caminata, llegamos a lo que parecía un parque.

Aquel sitio era precioso. O más que eso.
Comenzamos a adentrarnos, y no hacía más que mirar la infinidad de verde y demás colores de las flores, las pequeñas charcas, los bancos, niños, gente mayor, tranquilidad, risas... Todo un mar de hermosas visiones y sensaciones, de las cuales recordaba algunas de hace tiempo; No era la primera vez que iba a ese sitio.
Llegamos a un sitio el cuál parecía gustarle a la chica, y no había mucha gente, así que incluso mejor, más tranquilos. Nos sentamos y le devolví sus bolsas, dejando yo la mía en el suelo y abriéndola para sacar una chocolatina.

-Ah, qué genial.- Dije con una sonrisa mirando a la chica y escuché su pregunta. -Chocolate. Aunque no despreciaría ningún otro.- Dije sin pensármelo pasando a reír, mientras propinaba un mordisco hambriento a la chocolatina, saboreándola gustoso posteriormente.

Continué masticando y saboreando la chocolatina, mientras me deleitaba con su visión y su inconfundible olor, cuando de pronto me sentí observado. Por la chica. Fue desviar levemente la mirada hacia a ella, sin girar siquiera la cabeza, mirándola por el rabillo del ojo, cuando noté sus dedos pasearse con delicadeza por uno de mis mechones, me hizo cerrar los ojos ya que me pilló un poco desprevenido, pero luego la volví a mirar y escuché su comentario, al cual respondí con una agradable sonrisa y un “gracias”.
Tras eso, me propuso un juego. Parpadeé un momento y luego asentí alegre un par de veces, terminando mi pequeño dulce.

-Está bien, empiezo yo como compensación por haberme tocado el cabello.- Me adelanté sacándole la lengua bromista. Luego me llevé la mano al mentón, pensativo. –Mmm, veamos… ¿Cuál es tu comida preferida, aparte de los dulces?- Cuestioné con una sonrisa, una pregunta, a mi parecer, de lo más normal.