Absolutamente nada~

-Te lo advertí-Pronuncio con un eje de absoluta indiferencia plantando sus penetrantes y felinos ojos en la cara morena de aquel estúpido que se había atrevido a tocarle los huevos. El hombre, con su chaqueta de cuero blanco cubierta de tierra y quien sabe que cosas más que por decencia y asco no se atrevía a mencionar, le miraba con profundo odio.

-¡No molestes mocoso!-Rugió con su voz ronca y tosca haciendo que se le metiera cada palabra por los oídos. Asqueado, cabreado y aburrido apretó los puños. Y antes de que el sujeto pudiera mencionar algo más restregó su puño salvajemente por su cara. Un grito, un quejido tan grande que las pocas personas que estaban alrededor salieron huyendo de inmediato. Allí en la mano de Benjamin la sangre del tan nombrado poco pensante fluía calidamente entre sus dedos, haciendo que pequeñas gotas cayeran manchando el cemento frente a la tienda de sombreros.

Su rostro seguía siendo el mismo, observo sus manos, el color rojo le había cubierto los nudillos…a pesar de ser un ser horroroso, la sangre seguía teniendo ese color tan hermoso sin importar de quien fuera.

No era necesario acabar con el, furioso le planto una patada en el estomago haciendo que el encuerado se retorciera en el suelo de dolor, gritando mil maldiciones a su agresor. Este se agacho y tomo lo que por derecho, era suyo…Saco del bolsillo del ladrón una pequeña bolsa negra cerrada con un lazo del mismo color, dentro de ella se encontraba una pelota plástica, de aquellas que por un precio mínimo se puede sacar de cualquier maquinilla de la ciudad. El ladrón había creído que traía joyas u otro objeto importante ahí…pero como siempre, aquellos ignorantes se equivocaban. Dejo el paquete en su bolsillo y comenzó a caminar tranquilamente como si nada hubiera ocurrido, dejando atónito a los sujetos de las tiendas y también a todo aquel que pasaba a ver la escena.

El incesante ruido del celular lo tenía más que harto, saco el móvil de su bolsillo revisando las llamadas “Compañía de mierda, asistente estúpido, desconocido, desconocido…” Nadie importante quien mereciera si quiera que lo insultara. Apago el móvil, si la única persona en el mundo que le importaba lo llamaba, lo más seguro es que ya sabría por que no contestaba, comprendía perfectamente que se estresara con tanta platica, más aun cuando hablar no era lo suyo. Lo guardo en el bolsillo de su chaqueta para retomar su camino.

Había un ligero viendo, lo que lo relajo un poco, las tensiones de las grandes ciudades lo dejaban histérico, más de lo que solía ser. Últimamente todo le rompía en ira, las funciones, entrevistas que se veía forzado a responder y el llamado de las fanáticas que decían amarlo sin siquiera saber quien era el, repugnante…realmente…

Pero antes de que pudiera seguir con sus pensamientos, por que en ese preciso instante algo lo choco por el lado, tan inesperado fue que se tambaleo hacia la calle, busco con la mirada al culpable de eso para hacerlo pagar en ese mismo instante, pero no pudo evitar que sus ojos se fijaran en algo más que el tarado que lo había empujado…

Se agacho y tomo de la parte trasera del cuello a un pequeño gato, lo miro como si fuera una cosa más de la calle.

-…-Fijo sus ojos en…una chica, típico…delatando torpeza y un gesto que siempre le fue tan insoportable (Como todo lo demás que le rodeaba)

-Cuida más a tu mascota, enana idiota-Aunque hablo de forma cruel, no le entrego el mínimo bruscamente, todo lo contrario, se lo acerco con cuidado, si había algo que no odiara…eran los felinos.

Oh, sorpresa, no se había ofendido, primera cosa interesante del día y no podía creer que viviera de una subnormal como esa. Realmente, no escuchaba un carajo lo que decía, estaba más preocupado de ver las reacciones del felino. Suspiro pesadamente dejándole la pasada a un par de personas que observaban curiosas al pasar al lado. Ciertamente, aunque era un cretino, era un caballero la mayor parte del tiempo, era la mejor forma de fingir interés falso y probar la hipocresía de las personas, pero justamente lo pillo con la neura dada vuelta, o sea…que le valía un ajo que fuera mujer, la trataría como a todos. ¿Oh, fue eso…una muestra de interés? Hm…parecía ser que si…tenía que admitir que su reacción tan diferente era mínimamente llamativa.

Bajo la mirada con el gato a sus pies y lo observo detenidamente y luego la miro a ella con una furia en los ojos, le molesto que lo sacara de ahí…

-Dámelos-Ordeno en una sola palabra dejando entrever que había amenaza en su tono, con el gesto que traía parecía querer al gato para alguna especie de ritual raro, sacrificio y esas tonterías, como todos solían malinterpretar.

-Tienen hambre…y esa porquería que venden ahí…no se le puede llamar comida-Excelente, debería anotar una lista de records, una…no se ofendió con sus insultos, dos usaba más palabras de las que frecuentaba y tres le desagradaba totalmente el logro que de seguro desconocía. Por lo que ella inmediatamente no le simpatizo.

Estaba mas entretenida por mirar al gato negro y sentir al otro acomodándose sobre ...¿su cabeza? si, ahí se estaba colocando con la cola meneándose en el rostro de la pelinegra, lo cual entorpecía su visión, así que apenas sintió la mirada de furia que este le dirigió por retirar al otro felino. Entonces escucho su voz, como si de una orden se tratara. Con el gato negro en una mano y mirando la cola del otro moviéndose frente a su rostro, tomó su tiempo antes de alzar la cabeza y mirar al “gigante” frente a ella, parpadeo un poco. Sí llego a pensar que ese joven mal humorado querría al gato con algún fin malvado, pero, quizás solo se estaba dejando llevar por su apariencia de “niño malo”.

Como respuesta solo acerco a la altura de su pecho el gato negro que aprecia estar aferrado a estar con el. -Tendras que quitarme el otro de la cabeza...-Dijo con toda tranquilidad. Antes de poner su atención nuevamente en esa cola que se movía entre maullidos.

-¿No se le puede llamar comida?... entonces, ¿Que es?.-se pregunto nuevamente a si misma en voz baja y cogiendo al gato gris sobre su cabeza para abrazarlo -olvidando que le dijo a el, lo tomara-. Tal vez ella se había equivocado y ni tienda de comida era. Entonces se alejo un poco de el. Ella en su propio mundo, como si esa voz y ese físico del azabache no le asustara. Que de hecho así era.

¿Qué era? Su ignorancia le dio nauseas…La domida de la tienda no era más que un concentrado de químicos, grasa y algo de colorante en una lata, una dieta peligrosa para cualquier gato nuevo, no solo era como una masa de vomito, si no que también era bajo en proteínas. En resumen, una buena forma de demostrar que la mayor parte de la gente perdía el dinero sin siquiera enterarse de ello. Pero no dijo nada, se mantuvo callado con la vista fija en el gato negro que a pesar de estar tan débil se las ingeniaba para entretenerse con su ropa, la jalaba con sus pequeñas garritas enterrándolas y colgándose para columpiarse, era un parque de entretenciones andante y apenas se daba cuenta…

Pero dejo de imaginar tanta tontería, había todavía algo que aun faltaba…el otro gato. Camino sin mucho esfuerzo alcanzando en unos segundos a la chica rara, estaba cabreado más que antes, le había pedido ambos gatos, no solo uno ¿Tan difícil era de entender? Había sido bastante claro.

Le sujeto el hombro con más fuerza de la debida y la giro para apegarla contra la vitrina de una tienda de juguetes, el vidrio vibro por la brutalidad, haciendo que los niños y los padres que estaban adentro brincaran de un susto al creer que se tratara de un sismo. Al tenerla frente a el ni siquiera se molesto en mirarla o decirle algo, tan solo le arrebato al felino y se dio la vuelta como si no hubiera ocurrido nada y empezar a caminar en busca de algo fresco que poder darles. En ese instante sin darse cuenta la bolsa negra de un principio se le había caído de los bolsillos cayendo a quien sabe donde.

Permanecía en un mundo apartado de todos, tan solo esperaba a “alguien” que ahora con resignación acepta no llegara quizás así también como un escudo para no encariñarse con nadie, desconoce tantas cosas. Y tampoco se da el tiempo para investigar e indagar mucho, simplemente le es indiferente. Estaba tan tranquila en lo suyo cuando sintió un dolor punzante en el hombro, como reflejo respondería con un golpe, pero fue muy rapido el movimiento al ser azotada contra un vitral, abrió los ojos, no era necesario saber quien fue, una enorme sombra como esa no eran comunes en una cuidad así.

Realmente no le importo ser azotada, ni mucho menos las personas asustadas, fue el dejar de sentir esa calidez en sus brazos lo que la dejo helada unos momentos, miro al otro girarse e irse como si no existiera. ¡Le había quitado al gato! cerro los puños porque en tan corto tiempo se había hecho a la idea de tenerlo como mascota, lo quería. Cuando intento seguirle el rastro pero ya era tarde, entre tantas personas caminando, perdio al gigante de vista.

Bajo el rostro para suspirar con pena, una tristeza profunda la estaba invadiendo. En eso vio algo; una bolsa negra, como si un instinto se tratara la tomó, la observo unos minutos pero no la abrio, la guardo en su bolsillo antes de ponerse nuevamente a caminar.

Vamos no podía ser tan difícil encontrarlo. Solo quería al gato.

Se alejo rápidamente perdiéndose entre la gente con ambos gatos sobre solo uno de sus brazos, eran tan pequeños que entraban con facilidad. El gris dormía placidamente, había actuado un poco arisco al comienzo, pero al tener la presencia del otro animal se fue tranquilizando, en cambio el negro, inquieto seguía arruinando la chaqueta de Benjamin. Saco su móvil del bolsillo y se encontró con una enorme cantidad de mensajes y llamadas perdidas, aquello le produjo placer, se imaginaba la cara de sus torturadores desesperados en sus oficinas con sus trajes perfectamente planchados a punto de cortarse las venas al no saber nada de el. Volvió a apagarlo en un gesto cruel, ya que si el no respondía, eran todos los demás quienes pagaban las consecuencias, pero no le interesaba, es más…esperaba que los despidieran a todos.

Camino hasta llegar a una tienda, con un curioso nombre y un letrero que dejaba mucho a la imaginación “La sirena” en la vitrina la imagen de lo que sería el prototipo perfecto de una mujer, con un abundante cuerpo bien formado y un traje ajustado semi transparente, estaba hecho para llamar la atención, pero al entrar te encontrabas con una pescadería común y corriente, demasiado ordinaria para ser verdad.

-¿Se le ofrece algo joven?-Un hombre de apariencia tosca limpiaba una mesa con un trapo viejo, pero a pesar de su mirada violenta su tono de voz era suave y amable. Adler miro por todos lados, ambos gatitos despertaron y se inquietaron ante el olor, sin que dijera una sola palabra el sujeto sonrío asintiendo con la cabeza. Era la segunda persona que lo sorprendía en el día…pero este, por motivos diferentes.

-Esto es fresco y no trae espina-Hablo explicándole, lo que agradecía, pero no diría nunca, ya que de peces y mariscos era un total ignorante. Asintió con la cabeza escuchando atento y tras un corto rato salio del lugar con una pequeña bolsa y dos animalitos corriendo detrás enterrando sus garras en sus pantalones rogando algo de atención.

-Quédense quietos-Pronuncio de forma sombría, como si las pobres criaturas supieran que se enfrentaran al mismísimo anticristo se paralizaron y se juntaron haciendo un ovillo. Culpable Adler los tomos y los llevo a una plazuela en donde se sentó y les dejo en un plato con el pescado y otro con un poco de agua. Se los había dado el pescador de la tienda, era increíble pensar como las apariencias engañaban, se veía rudo, agresivo e incluso sicópata, pero traía un corazón más grande del que cualquiera pudiera imaginar, no le había cobrado…a pesar de que tenía el dinero para pagar ¿Sería es…su caso también? Río mentalmente…una locura.

Dando vueltas y vueltas por las calles, mucha gente, mucha gente pero nada del gigante mal humorado y parecía estar enojado con el mundo entero. Pero tal vez si su vista le fallaba diria que esos gatos si le interesaron, si no, no se los hubiera quitado. A decir verdad el negro no era lo que le interesaba, si no el pequeño gris. Esos ojitos la encantaron y no podía decirle que no o peor aun olvidarlo así como si nada.

Suspiro señal de desesperación mas que de molestia, miró al suelo unos momentos contemplando su propia sombra por unos minutos, que pereza le estaba dando. Cerró los ojos antes ponerse a pensar -cosa que no estaba haciendo antes, solo caminaba buscando al gigante- mariscos, eso, pescados, tal vez por ahí lo encontraría.

Se detuvo a comprar un dulce antes de preguntar donde se encontraba pescadería cerca, pronto le dieron localización de dos. Fue a la mas cercana donde no vio nada, entro a preguntar por un gigante mal humorado y nadie lo había visto cerca. Con decepción se fue a la siguiente.

Ahora se arrepentía de no tener su motocicleta con ella, ya no recordaba lo que era caminar tanto. Encontró el local y por su apariencia exterior dudaba de que fuera lo que buscaba. No tuvo que entrar esta vez, escuchaba claramente maullidos y esa voz grabe. Giro su rostro y ahí estaban, bien, el busca encuentra.

Se acerco a la plazuela con lentitud y paro frente a el.-Sólo quiero el gato gris...-apenas dijo dirigiéndose a el para mirar al felino que ahora comia a placer. Pensaba que tal vez hablando con el directamente las cosas saldrían bien, de no ser así ni ella tenia claro de lo que seria capaz/hacer por ese gato. Lo quería, eso era lo importante. No sabia quien era el y por simple curiosidad ahora existían suaves deseos por saber quien era el, ¿Porque estaba enojado con el mundo?.

Si que sabía como hacerlo cabrear rápidamente. Ni siquiera levanto la vista al oírle acercarse, trato de fingir que no la había visto por si así se ofendía y se largaba de una buena vez por todas, pero no, era terca y ahí seguía de pie a su frente exigiendo lo que no le daría. Le gustaban los dos gatos y no pensaba dejarlos ir, era un pensamiento egoísta puesto que Benjamin tenía diez gatos callejeros viviendo en su departamento, pero no podía, las pocas cosas que le causaban felicidad las consideraba altamente valiosas.

-Piérdete-murmuro sin quitar la vista de los gatos que comían sin entender lo que sucedía a su alrededor, eran alimentados y eso era lo único que les importaba.

Tras unos segundos comprobó que ella no se iría, supuso que la única forma de sacársela de enzima era entregándole al felino, frunció el ceño él…no perdía y menos contra una miniatura como esa. Probaría con un método diferente, no quería verse tan cretino con alguien que parecía ser tan frágil.

-¿Por qué lo quieres? No es tuyo…-Pregunto aun sin levantar la cabeza, atento a los movimientos que estos hacían al lamer el plato. Esperaba una respuesta razonable, algo con lo que valiera la pena decirte “Jodiste, pendeja ¿Lo quieres? Ven por el…” Ya podía imaginárselo, tan solo alzando al gato con una mano, con eso bastaría para que se pusiera a llorar y corriera a las faldas de su madre si es que tenía una.