Tomando un café... bueno, casi.

Había salido del departamento, donde vivía con Miku, Kaito y los gemelos. No había nadie en el departamento, asi que estuve sola, pero luego me aburrí y partí para algun lado. Al final, llegué al café y como tenía algo de hambre, decidí parar para tomar algo.

Me senté y ordené un café simple. Luego, mientras esperaba, me distraje mirando por la ventana. Recordé que había llevado un pequeño libro, asi que lo saqué y me puse mis lentes, mientras miraba alrededor. Luego, me sumergí un rato en la lectura, que trataba de un amor por correos electrónicos, hasta que escuché que la puerta se habría.

¿Quién será? me pregunto en la mente y alzo la vista, a ver si por casualidad conozco a la persona que entró al café.

Era un chico rubio de ojos tan azules como el cielo de ese lindo día, cabello brillante y sedoso al igual que una confusión evidente en su rostro. Cerró la puerta detrás de él y, al mirar a la gente dentro del lugar, se topó con la mujer que conocía ya de tiempo acá.

-Meiko.- La llamó con una sonrisa y no tardó en aproximarse a ella, sabía que Meiko le recibiría y le invitaría a sentarse a su lado y por ello no se limitó a nada.

-No sabía que te gustaba este local.- Admitió tomándo asiento a la vez que miraba con atención a la mayor, al igual que lo que ésta leía. -¿Ya ordenaste algo?

Inmediatamente lo reconocí, no era para menos, rubio y ojos celestes, Len Kagamine, el más chico de los que vivíamos en el departamento... bueno, por poco, Rin no le llevaba mucho tiempo que digamos.

-Ah, hola Len.- lo saludé con una sonrisa, y dejando el libro que leía, cerrado, sobre la mesa, a un costado. Luego me quité los lentes, ya que solo eran para la lectura -Pues... no vengo mucho aqui, solo de vez en cuando. Solo he pedido un café, aún no me lo traen ¿Quieres tomar algo?

-Depende.- Len dijo tranquilo mirándo al menú frente él, tomándolo y ojeandolo con cuidado. Sonrió tranquilo pasando sus ojos por los postres, suspiró y mordió su labio inferior. -Si hay algo con bannanas, por supuesto que sí.

Se rascó la mejilla, dió con la variedad de postres y sus orbes se detuviernon sobre un bannana split. -Genial, mi postre favorito.

Alzó su mirar y lo detuvo en Meiko. -Pediré un bannana split, pediré extra espuma.

Colocó el menú sobre la mesa y se atrevió a tomar el libro de Meiko.

-¿Qué lees...?

Sonreí. Len y las bannanas. Era como Rin y las naranjas, Miku y los puerros, Kaito y el helado, yo y el sake... Bueno, creo que con eso ya se entiende lo suficiente. Aunque ese día no había probado Sake, en este lugar no vendían mi preferido.

-No veo problema...- sonreí.

Luego, vi que tomó con curiosidad mi libro. No era algo muy llamativo, la verdad, además era una novela para adolescentes, la leí hace mucho, pero no niego que aún asi está interesante.

-Se llama "Secretísima Virtual", es una novela que leí hace bastante, un romance por correo electrónico...- cerré un segundo los ojos -Es para chicos de unos 16 años, en realidad, pero aún asi está bastante interesante...

"Anda..." soltó Len mirando las ilustraciones dentro de aquel libro grueso de biblioteca, las páginas eran blanca dando señal de que éste era enteramente nuevo y quizás se estaba estrenando a ojos de Meiko.

Len sonrió tranquilo tras leer varias frases del libro pero justamente en ese momento arribó el mesero y su órden tomo. "Muero de hambre..." susurró el chico saboreandose el postre que se estaba preparando para él.

"¿Dónde está Kaito?" preguntó Len con innocencia. "Creí que estaría contigo porque en casa sólo estabamos Miku, Rin y yo..."

'Siento que... Meiko siente algo más por Kaito...'

Lo vi leyendo algunas páginas de mi libro, mientras yo solo lo miraba, y sonreí cuando decía que estaba muerto de hambre, gozaría con todo ese postre. Hasta que de repente, me preguntó si Kaito no estaba conmigo, ya que en el departamento solo estaban Miku, Rin y él.

Pues la verdad, no había visto a Kaito en todo el día, la última vez que lo vi creo que fue ayer, a la noche antes de dormir. En fin, no era del todo grave, cualquiera se iba para cualquier lado los últimos días.

-La verdad, no lo he visto...- le respondí, abriendo un poco mas grandes los ojos -La verdad, pensé que estaría con Miku por algún lado, pero como dices, no es asi...

"¿Entonces donde anda el peliazul..?"

El rubio Kagamine la notó preocupada y, por ello, paró su lectura para enseguida ladear su cabeza. ¿Había hecho mal en preguntar? Mordió su labio inferior en duda y se hundió en hombros.

En ese momento llegó su bannana split y no dudó en tomar su tenedor, tomó su primera probada y la saboreó, mas no podía dejar de mirar la preocupación de Meiko en sus ojos ámbar.

-Meiko...- se atrevió a hablar. -¿Qué sucede...? ¿Dije algo malo?

'Quizás debería haber guardado silencio...'

Ahi por fin llegó mi café, aproveché y pedí, aparte del café, una porción de tarta de chocolate, para que se me fuera un poco el hambre y tomé un sorbo del café.
Luego escuché la pregunta de Len, alzé la vista para verlo, se veía preocupado, aunque... la verdad, no había motivos para que yo lo hiciera sentir mal. Lo de Kaito era algo cerrado, lo sabía, ahora tenía que buscar a alguien más.

-No, Len.- le sonreí y tomé otro sorbo de café -No haz hecho mal en preguntar, la verdad es que yo me he quedado pensando donde podría estar Kaito, ya que dices que no está en casa.

No tenía porque preocuparse por eso. Había entendido que Kaito y Miku deberían estar juntos, ya que al parecer de verdad se amaban. Yo no entraba ahí, asi que desde hace un tiempo había dejado de preocuparme en el romance, para centrarme más en la amistad que tenía con los demás chicos.

El rubio optó por confiar en las palabras de Meiko, comiéndo un poco más de su bannana split, guardó silencio y meditó llevar más de varios meses en los cuales Kaito y Meiko no habían intercambiado plababras como antes siempre lo hacían.

'¿Sucedió algo?', pensó Len tomando una gran porción de helado y llevándosela a la boca, sin darse cuenta, se manchó la comisura de su labio de crema batida y suspiró.

-Bueno, no hablemos más de ese tema.- Soltó Len amable, queriéndo animar a Meiko. -Casi nunca logramos estar sólo tu y yo, ¿qué tal si nos ponemos al tanto?

Analizé un poco las palabras de Len.
Tenía razón, pocas veces lograbamos hablar nosotros solos. Y en casa, mucho menos, allí las paredes escuchan. Asi que todo hay que mantenerlo en secreto, que digamos, aunque muchas veces nos contamos todo porque la presión no nos da para más.

-Supongo que tienes razón, Len...- le sonreí -Casi nunca podemos hablar nosotros dos. ¿Cómo te va a ti?- y mi sonrisa cambió a una un poco mas viva -¿Alguna chica...?

Que va, me parecía que... No se, pero algo no me cerraba. Entre Len y Rin parecía haber... ¿demasiada conexión?

Len sintió sus mejillas arder por las palabras de Meiko y, metiéndose un enorme pedazo de helado, desvió su mirada al suelo mientras buscaba cual sería su mejor respuesta. Se limpió su boca con la manga de su traje y miró a Meiko con sus cejas encorvadas hacia arriba.

Tragó. -B-bueno, quizá... pero siento que ella no me ve de la misma manera.- Admitió intranquilo. -Por eso... bueno... yo... no quiero hacerme ilusiones, ni cerrarme a... otras personas.

Era verdad, Len odiaba no sentirse correspondido y por ello se había prometido no quedarse estancado si veía que sus expectativas no se cumplian. Pero le detenía la idea de que él tenía tan sólo 14 años y todas las chicas que conocía eran mayores. ¿Quién iba a querer estar con un menor...?

Escuché atenta las palabras del rubio, me parecía que al parecer se sentía atraído por una chica que no podía corresponderle, pero... ¿Quién no querría estar con laguien como Len? Es tierno, es divertido, tiene buena apariencia física, o al menos desde mi punto de vista de "tutora" por asi decirlo.

-La verdad, Len, es que ella se lo pierde...- le sonreí -Eres un chico genial, no veo porque ella no se fijaría en tí. Pero supongo que está bien abrirte, tal vez haya otra chica que te quiera...

¿Quién sabe? Todo es posible...

Len no pudo evitar sonreirle de vuelta puesto que las palabras de Meiko de cierta le hacían sentir mejor a pesar de lo que tiempo atrás ya había vivido.

Suspiró y asintió tranquilo. -Quizás... haya alguien más para mí aquí afuera, aunque... bueno... no conozco a mucha gente.- Admitió. -Muchos me conocen de vista, más que nada por ser un Vocaloid y porque acostumbro a pasear en la aplanador a con Rin una vez a la semana... ¿Quién no me reconocería así...?

Tomó la cuchara y se la llevó a la boca y fue allí cuando realizó que ya se había acabado su postre y ni lo había disfrutado, suspiró por ello.

-Bueno, así suele suceder.

Sonreí. El recuerdo de ambos hermanos Kagamine sobre la aplanadora, con esas miradas psicópatas que sinceramente daban risa, además de cuando aplastaban a Kaito de vez en cuando, aunque yo les gritaba porque después tenía que ponerme, literalmente, a "inflar" a Kaito para que volviera a su volumen y tamaño normal. Solo unas ocasiones había tenido el honor de aplastar algo con ellos sobre Josephine, el nombre de la aplanadora, y la verdad era que hacer eso divertía bastante ¿Y si yo tuviera una aplanadora? Vocaloid City se convierte en un desastre, jaja.

-Pues... La verdad es que, además de que es realmente divertido subirse a esa aplanadora, todos te reconocen...- tomé el último sorbo de café y dejé la taza en el plato. -A nosotros, mucha gente nos conoce solo de vista, pero claro, conocer amigos no es fácil siendo famoso, no puedes saber si de verdad te quieren como amigo o por tu fama o tu dinero...

Era difícil decir esas palabras, pero era el caso en muchas ocasiones.

-Pero igual, tienes 14 años, Len... Tienes tiempo para conseguir a alguien que quieras, y seguro la encontrarás. Creeme, la edad es lo menos importante, o quien sea la persona, lo que importa es que debes querer a esa persona, sea quien sea...

Len miró a Meiko en silencio por breves segundos y después una calmada sonrisa apareció en sus labios. Era verdad, aún era muy pequeño para andar pensando en esa clase de cosas. De igual manera, Meiko tenía... ¿cuántos años? Ella era mayor y lucía segura sin una pareja a su lado, él aún era un "niño" (por más que lo odiara) y aún le quedaba mucho tiempo de sobra para pensar en esas cosas y de más.

Len asintió un par de veces y, animado, tomó el café de Meiko para robarle un sorbo.

-Quizás tengas razón, aún me quedan muchos años para andar pensando en esas cosas...- habló el rubio. -Vaya, hay muchas cosas de las cuales me concierne preocuparme y otras que no...

Después de escuchar mis palabras, Len se vio mucho mas animado. Al parecer, había entendido que el aún era "pequeño", bueno, literalmente pequeño, para andar pensando en una pareja. Es decir, yo era mayor, y aún asi no tenía pareja. Aún era chico para preocuparse por el amor y todo eso. Es más, tenía tiempo de sobra para encontrar a la persona que quisiera.
Después de todo, no siempre es malo estar soltero. Hay veces que tener pareja se convierte en una tortura porque tu pareja es sobreprotectora, o no te deja tener amigos de tu sexo opuesto por celos, o quien sabe cuantas cosas más.

-Tienes toda la razón, Len.- sonreí -Hay cosas que te concierne preocuperte, y otras que no... A mi también hay cosas de las que debo preocuparme, y cosas de las cuales no. Por ejemplo, lo que los demás hagan en su vida privada a mi no me concierne, pero si ellos acuden a mi por un consejo, ahi si debo preocuparme para poder ayudarlos... Es un ejemplo, claro, pero creo que con eso se entiende.

Len parpadeó un par de veces y asintió tras entender las palabras de Meiko, se empujó ligeramente hacia atrás con sus manos contra la mesa y levantando las patas delanteras de la silla mientras que sólo se recargaba en las dos de atrás, comenzó a mecerse.

-Sí, entiendo.- Habló. -Pienso que si no te lo dicen tienen sus razones... Aunque a veces gana la curiosidad de uno.

Alzó su mano y acomodó sus audifonos de manera correcta sobre sus oídos, miró como un mesero caminaba hacia ellos con varios pasteles sobre una bandeja y se le hizo agua la boca. Alzó su mano derecha para captar la atención del mesero.

-¡Mesero, quiero un pastel de chocola...!- pero perdió el equilibrio y se cayó de espaldas con todo y silla sobre el frio suelo.

Asentí suavemente cuando me dijo que la curiosidad a veces era mas fuerte que uno, de eso no había duda, de ahi salia el dicho de "La curiosidad mató al gato".

-Tienes razón, el ser curiosos a veces nos juega una mala pasada... y llega a meternos en problemas.

Vi a Len mirar algo, me giré y vi al mesero, que iba con varios pasteles. Seguro Len querría pedir uno, porque escuché su voz llamando al mesero, pero acto seguido escuché un golpe. Me giré a ver y Len estaba en el suelo, todavía medio sentado en la silla, la cual asumo que se había ido para atrás. Me paré de la silla y me acerqué a él, agachándome un poco y tendiéndole la mano.

-¿Te ayudo?

Len estaba ruborizado en el suelo, ¿cómo intentaba pretender ya no ser un "niño" si todavía se comportaba como tal? Era descuidado, comelón y jamás podía estar tranquilo. Alzó discretamente su mirada y la dejó en Meiko para después desviarla.

Le entregó su mano a Meiko y se dejó ser ayudado, una vez de pie, sacudió sus ropas y el mesero llegó con él.

-¿Se le apetece un pastel?- Pero Len enseguida negó.
-Acabo de notar que no tengo mucho dinero.... Mintió encorvando sus dos cejas hacia arriba y riéndo nerviosamente por ello.

No es que se quejara de haberse caído, es que estaba comenzando a odiar sentirse siempre como un niño nada más...

Tomé la mano de Len y lo ayudé a pararse. Luego, él sacudió sus ropas y el mesero vino a preguntarle si se le ofrecía un pastel. Yo, por mi parte, la verdad esperaba que Len pidiera un enorme pedazo de pastel, pero simplemente dijo que no tenía mucho dinero. Estaba a punto de decirle que yo podía pagarle el pastel, pero noté en su rostro que trataba de parecer una persona mayor.
Yo estaba tentada de decirle "Len, solo tienes 14 años. No es momento de preocuparte por ser mayor", pero supe que, si se lo decía, se avergonzaría más.

-Mesero... ¿Puede traer dos pasteles de chocolate?...- vi al mesero dirigir su mirada a Len y yo añadí en tono cómico -Es que tengo demasiada hambre... ¿ve?- el mesero echóse a reír por lo bajo.

-De acuerdo, señorita, le traeré dos pasteles...

Apenas se retiró, volví a sentarme en la silla e invité a Len con la mano a que hiciera lo mismo.

-¿Sin dinero?- sonreí -No te preocupes tanto por parecer un niño, a todos puede pasarnos...

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OFF: Pido muchas disculpas por tardar !! Casi nopude entrar en estos días, perdón.