Night (libre)

Off: apúntense quienes quieran ^^

Aquel parque por el que solía pasar diariamente para ir a la cafetería en la que antaño trabajó, por las noches se volvía irresistible ante la tranquilidad y la agradable brisa ininterrumpida que danzaba entre sus cabellos.
Caminando tranquilamente, contemplaba como los columpios se movían en un vaivén por el viento, tan solo escuchándose un leve chirrido de estos. Una estampa entre bella y tenebrosa, pudiendo ser el lugar de una romántica cita o de la clásica película de terror.

-Como cambian el paisaje y las sensaciones cuando no hay nadie –dijo para sí, llevando ambas manos hacia atrás entrelazando los dedos.

Se detuvo frente al lago exhalando profundamente para luego ponerse a cuclillas y mirar su reflejo en el agua, apartándose y dejando tras la oreja unos mechones de cabello que desfilaron hacia delante.

La luna, redonda y deliciosa, bañaba con su luz las plantas, el lago, y a mí. Aquella salida furtiva al supermercado valió la pena; pude conseguir la compra del día de verduras a mitad de precio gracias a una señora que sensualmente regateó (y yo obtuve el mismo precio, a fuerza de modales y compromiso), así que satisfecho enfilaba para mi morada. Paso obligado era el del parque, sin embargo, así que me adentré por sus caminos de pasto y flores, tan apacibles de noche como de día.

El sonido de los columpios llamaron la atención de mis oídos, y su solitario crujir era una invitación, tanto a acelerar el paso como a disfrutar su macabra melodía. El lugar estaba desierto, excepto por una dama que yacía sentada al borde del lago, justo a la derecha de mi trayectoria. "Qué raro, a éstas horas...", comenté para mí, mientras alentaba el paso y entonaba una canción que flotó a mi mente, concordante con el ambiente:

Tan absorta en sus pensamientos sin apartar la mirada del reflejo, que ni se percató del llegado hasta que aquella armoniosa melodía la despertó de su ensueño. Parpadeó varias veces algo sorprendida y ladeó ligeramente el cuerpo, entonando sus ojos violetas cierto brillo encantador.

Se alzó y, casi sin pensarlo, siguió al muchacho con sigilo para seguir saboreando la canción. Al llegar el estribillo de las últimas oraciones, ella misma le acompañó en la serenata todavía unos metros más atrás, creando un bello contraste de voces.

Llegando a las últimas líneas, donde la canción se perpetua si el cantor lo desea, sentí una voz a mis espaldas que entonó mi sonata. Sin dejar de caminar o cantar, volteé mi cabeza, posando la mano con la que tenía la bolsa de las verduras contra el mango de la katana. Era la dama que estaba al pie del lago. Viendo que no estaba en peligro, cambié mi rumbo hacia el puente de madera que recorría cisrunscripto al centro del lago. Seguí mi canción, a pesar de sentir cierta timidez, pensando qué podría decirle o hacer en caso de que entabláramos conversación.

Las luciérnagas paseaban sobre el lago, dando lugar a un mar de luces, tanto de aquellos insectos como de las estrellas, que daba a aquel pequeño puente serenidad, y lo dotaba de una magia particular. Mi andar resonaba sobre el piso de madera, y avancé seguro, esperando saber si aquella dama había continuado o no tras mis pasos.

No podía negarse ante aquella invitación… ¿indirecta? Pues lo fuera o no, las circunstancias ya dejaban que pocas cosas cayeran al azar. Tanteó sin dejar de oírle cantar a la par que menguaba el paso, creando así algo más de distancia para que la incomodidad no se precipitara sobre el muchacho. Aunque quizá ya poco efecto surgiera, pues el cruce de miradas de hace unos instantes sugirió que hubiera sido mejor quedarse donde estaba.
Observó el espectáculo de luces en cielo y agua antes de posar nuevamente su mirada en el chico.

-Fue preciosa –dijo repentinamente, pasando por el puente de madera pero todavía dejando un trecho no muy comprometedor-

Tras ello, llevó ambas manos hacia atrás juntándolas despreocupadamente, esperando una respuesta o ser ignorada. Cual fuera la reacción, aquella noche no podía pedir nada más de lo que la naturaleza in situ brindaba.